¿Puede un gran club caer en la depresión?

La noticia caía en la antesala de la primera jornada de Liga como un jarro de agua fría y como una auténtica sorpresa. El Barça apenas recibía 16.000 peticiones para acudir al Camp Nou, a pesar de que el estadio estaba y está autorizado para acoger a casi 30.000 socios. La pregunta evidente y directa es: ¿por qué?

Con la ‘normativa covid-19’, en el club daban por hecho que habría muchas más peticiones que plazas disponibles, por lo que planificaron un sorteo como el que se produce habitualmente con motivo de las finales, donde la demanda supera a los pases a la venta. Pero (¿incomprensiblemente?) se ha producido un clamoroso pinchazo.

Tiene cierto sentido que desde las altas esferas se haya señalado oficialmente que, tratándose del mes de agosto, la época es mala para el aficionado, que está en la playa y al que le puede la pereza a la hora de desplazarse a la ciudad, a solas o con la familia. Pero a nadie se le escapa que detrás está o puede estar el ‘factor Messi’.

¿Se debe este aparente desinterés al estado de shock que se ha apoderado del barcelonismo tras la marcha del astro argentino? ¿Será pasajero o se instalará durante un tiempo, durante las primeras jornadas al menos del campeonato? ¿Se resisten por el momento los culés a hurgar en una herida que está tan fresca aún? ¿Puede el Barça, su masa social, caer en la depresión?

Qué duda cabe de que el estado hoy entre los seguidores es en parte de abatimiento, en parte de incredulidad… el fútbol es, en definitiva, un deporte de masas porque se mueve por las emociones, por las pasiones, por el corazón, y el de la hinchada blaugrana está hoy partío.

Difícilmente valdrá como elemento sanador aquello de a rey muerto, rey puesto, porque el vacío de una leyenda es imposible de cubrir en meses. Eso sí. Los buenos resultados, los goles, la presencia de alguno o varios futbolistas que inicien con especial brillantez el torneo serán los únicos bálsamos imaginables para evitar que uno de los grandes, en efecto, entre en crisis psicológica como institución. Ahí estamos.