Es la brújula del Real Madrid y de la selección alemana. Y detrás de ese éxito, como casi siempre suele ocurrir, hay poco de casualidad y mucho de razón, de fundamento, de contexto y de circunstancia que acompaña y robustece toda una carrera para hacerla estable.
Es precisamente lo que capta, en esencia, Kross: la familia y el fútbol (‘Movistar TV’), profundizando en el entorno de quien vivió, desde su exacta infancia por y para el deporte. Lo mamó en su hogar, en una Alemania del Este en la que tan presentes han estado (por razones especialmente históricas e ideológicas) los valores del esfuerzo, el sacrificio, la abnegación, la disciplina, el método, el respeto a las normas… y la prevalencia de lo colectivo sobre lo individual.
Así se entiende el papel de su padre, ejerciendo de entrenador y de agente, de consejero… el de su hermano, poniendo en un momento determinado su propia trayectoria, también como futbolista, en un segundo plano frente a la de Toni; y la de su madre, aportando equilibrio y convirtiendo -en absoluto se trata de una hipérbole- su casa en lo más parecido a un Centro de Alto Rendimiento.
Así, Kross es fuera del campo lo que demuestra dentro: el saber estar, la solidez, la armonía, la posición siempre en las antípodas de las estridencias, la vulgaridad y las excentricidades… incluso la propia simplicidad en la forma de contemplar la vida: “hayamos ganado o perdido, cuando llego a casa y me esperan mis hijos dejo de ser futbolista y sólo me importa ser un buen padre y un buen marido”, viene a sostener.
Claro que sí. Ocurre a veces que quienes tocan la cima tienen sus raíces en familias desestructuradas, con graves y reiterados problemas económicos o incluso de adicciones. Pero se entiende a la perfección que, para su crecimiento hasta ser superestrella, hay otros perfiles, como el de Kross, cuyo secreto es disponer de una pirámide con una anchísima base, muy firme… a partir de la cual todo es posible y todo es construir.
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