Alea jacta est. ¿O no? Se dice que el primer gol de los partidos se mete antes del pitido inicial, y que el gol decisivo se hace antes del inicio de la prórroga y, en última instancia, de los lanzamientos desde el punto de penalti. Y es así. Principalmente en las eliminatorias de las más exigentes competiciones. Fundamentalmente en las finales.
Más allá de la mejor o peor forma en que lleguen los jugadores a la final de la Eurocopa el domingo, más allá de la confrontación de estilos, de la experiencia, del talento de una y otra escuadra… la fortaleza emocional de unos y otros determinará de qué lado cae finalmente la moneda.
Hay equipos que son auténticos especialistas en las finales, y ahí está el caso del Real Madrid. Da igual el rival, las alineaciones o la sede donde se dispute el último partido: hay una predisposición mental del conjunto que les hace partir de salida un paso por delante a cada uno de los jugadores.
En el fútbol moderno se ha trabajado en profundidad la psicología pero, en muy menor medida aún, el coaching. En Estados Unidos, empezando por la NBA, se tiene muy claro que es una herramienta fundamental para empoderar desde los entrenamientos, desde el vestuario, antes del pitido inicial.
En Europa se está asentando precisamente en la idea de que a lo largo de toda la temporada, pero en esencia ante las citas de máxima presión, aporta una ventaja competitiva. Es la batalla de las emociones: la que hay que dar con la seguridad por las nubes, sin dudas, con un rendimiento que desborda inexplicable y felizmente el 100%. Va mucho más allá de lo físico y lo técnico.
Veremos, en cuestión de horas, entre italianos e ingleses, quién ha trabajado con más intensidad y con más fe esta “X” en la que está la clave de la ecuación para levantar la copa.
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