Todo tiene un límite en la carrera de un futbolista, siempre hay algún elemento que le pone freno y que sienta las bases para la retirada, para el adiós. Tendemos a pensar, porque es evidente y manifiesto, que a veces es una lesión irrecuperable, o una mala recuperación de molestias que aparecen una y otra vez sin extinguirse del todo; o, en el terreno puramente deportivo, un batacazo, un sonado fracaso tras el cual, incluso una estrella, decide tirar la toalla.
No siempre es así. En muchas más ocasiones de las que creemos, la palanca para la marcha atrás de un deportista está en su mente. Así, sorprende poco que en el caso de Neymar, un galáctico cuya trayectoria -por una razón u otra- no ha estado exenta de polémica, se haya filtrado que ‘le queda poca cuerda’: que él mismo duda que vaya a seguir mucho tiempo más en activo, que vaya a disputar más Copas del Mundo una vez concluida la de Qatar. ¿Por qué? Problemas de mentalidad para seguir dando puntapiés al cuero o, al menos, para seguir haciéndolo en la elite.
“Haré todo lo posible para salir bien del fútbol”, ha declarado en una entrevista a DAZN en la que le encumbran como una de las leyendas ya de la historia de su país. No es lo llamativo que lo verbalice, porque toda trayectoria tiene un final, antes o después. Lo chocante, para cualquier aficionado y el público en general, es que se vaya a cerrar la página de uno de los delanteros más espectaculares que ha tenido Brasil contando éste apenas con 30 años de edad.
No es un tópico ni un cliché asegurar que los límites están en la mente. A veces, más allá de las piernas, del fondo de resistencia, del propio peso del paso del tiempo y sus efectos puros y duros sobre el organismo, es el cerebro el que permanece activo o se desconecta. Sucede en el salto al panteón de los elegidos. Y también, como en el caso de Neymar, cuando éstos ven a las claras que llega el ineludible momento de su relevo.
Comentarios recientes