Luis Enrique y los relevos generacionales traumáticos

Seguramente es algo que, de un modo u otro, ocurre a todos los profesionales que fichan para el banquillo por una escuadra de la que heredan un legado aún fresco de títulos, de éxitos, de estrellas que han brillado al máximo nivel y que han dejado el listón elevadísimo. No es fácil borrar esa huella -cosa que no se les pide-, pero hay que dejarla atrás a base de victorias que aparquen en un segundo plano a aquellas otras de las que los ecos casi resuenan todavía.

No. El panorama que se ha encontrado Luis Enrique en la selección no ha sido nada fácil. Pero tampoco está resultando imprevisible. Es un técnico de carácter, que arriesga, de contornos muy definidos y muy pronunciados, y que desde el minuto uno iba a jugar sus cartas sin disimular, sin estar previamente marcadas. Era/es su equipo, y no le iba a temblar el pulso para sacrificar a vacas sagradas y tirar de nombres que pudieran resultar radicalmente sorprendentes, incluso viéndoles durante varios partidos enfundándose la elástica roja: la costumbre no se hace de un día para otro, ni siquiera de un torneo para otro.

Así ha sido, y el veredicto, hoy por hoy, no le da la espalda. La llegada de futbolistas de 18 ó 20 años está siendo masiva. No. No se trata de jóvenes promesas porque a un once titular de tanto peso hay que llegar con los deberes hechos, demostrados. No hay margen para demasiadas pruebas. Algunos están siendo cuestionados por estar -dicho en términos coloquiales- verdes.

Pero hay un mérito que hay que reconocerle al seleccionador: se ha enfocado en el estilo de juego, en el conjunto, en recuperar algo que parecía imposible (el tikitaka). Y así, quienes hace meses se manifestaban desacompasados, sin ritmo, sin continuidad, funcionando a tirones, hoy triangulan, dominan, trenzan una y otra vez (como se comprobó hace días nada menos que contra Francia).

Todo cambio radical tiene una parte traumática. Sí. Pero quizá sea inevitable. Lucho lo sabe y el futuro, con cautelas, se dibuja en el corto plazo prometedor.

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