La ‘Beckhamanía’ y la gestión de la marca personal

Sostener, a estas alturas del partido, que el fútbol tiene más hoy de industria que de deporte es probablemente una verdad de perogrullo. Y aun así, conviene reflexionar acerca de la causa. Porque más allá de la obvia -las astronómicas cifras que mueve de hace un par de décadas a esta parte-, hay otras, y son más humanas de lo que creemos.

En un nuevo acierto, Movistar ha puesto en escena “Beckhamanía” como un reportaje en el que aborda el fenómeno mediático del inglés desde diversas perspectivas, con testimonios (en su inmensa mayoría) francamente ilustrativos; y una de esas aristas, fundamental, es la creación de lo que al poco se denominó personal branding. Un modelo inexplorado hasta la fecha en Europa y que, en un contexto absolutamente diferente, en Estados Unidos había iniciado apenas una leyenda como Michael Jordan.

David se convirtió en una máquina de producir dinero, triplicando sus ingresos publicitarios a los que le proporcionaba su ficha y su contrato futbolístico con el Real Madrid. Y no fue casual. Casi desde sus orígenes trabajó lo que en mis sesiones de coaching recomiendo a los jugadores que pueden terminar siendo estrellas: que trabajen su proyección no sólo emocional e interna sino la puramente exterior, ante la propia sociedad, a medida que van creciendo y madurando.

No. El futbolista no puede seguir manteniendo la idea de que ha de mirar sólo al terreno de juego para, una vez alcanzada la cúspide de su carrera (se encuentre ésta donde se encuentre), labrarse un futuro fuera de los campos. Es, por complicada que resulte, una tarea paralela, diaria, temporada a temporada. Y no puede ser de otra forma.

Un espectáculo de masas tan indiscutible, un escaparate tan privilegiado puede y debe ser aprovechado por los nuevos talentos para cultivar sus diferentes posibilidades extradeportivas. No como una distracción o una alternativa sino como una faceta de su propia personalidad que retroalimente lo que llevan en sus botas, y le otorgue más seguridad, haciéndoles crecer.

Beckham sólo hay uno, ¡claro! Pero, sin excesivos forofismos ni imitaciones facilonas e innecesarias, los deportistas del siglo XXI no pueden ni deben sino labrar, como hormiguitas, su propio sendero al otro lado de los campos. Es un estímulo más para su desarrollo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Get started

If you want to get a free consultation without any obligations, fill in the form below and we'll get in touch with you.